La desaparecida familia de Rosalía de Castro

rosali11

Rosalía de Castro (1837-1885)

Si alguna vez ha habido una escritora merecidamente alabada en Galicia, esa es sin duda Rosalía de Castro. Considerada uno de los pilares de la literatura gallega, su corta vida (1837-1885) fue suficiente para publicar varias obras, tanto en gallego como en castellano, que la llevaron a la fama.

Rosalía de Castro nació en una casa situada en las afueras de Santiago de Compostela, el 24 de febrero de 1837. Su madre, María Teresa de la Cruz Castro y Abadía, era una joven hidalga de buena familia pero sin fortuna; un desliz la había hecho caer en la intimidad de José Martínez Viojo, un sacerdote algo mayor que ella (para más información sobre sus antepasados, ver aquí). La muchacha se quedó embarazada, y Rosalía fue el resultado de aquella unión prohibida y escandalosa.

La niña fue educada inicialmente por María Teresa Martínez, su tía paterna (lo cual da a entender que su padre debió interesarse por el futuro de la pequeña), y sobre los doce o trece años se trasladó con su madre a la localidad coruñesa de Padrón. Con 19 años, y por motivos que no han sido del todo esclarecidos, se mudó a Madrid, donde residió con una lejana pariente de su madre. En aquella ciudad, en la iglesia de San Ildefonso, contraería matrimonio (1858) con el también gallego Manuel Martínez Murguía, hijo de un boticario coruñés.

La familia Murguía Castro en el jardín de su casa en Padrón.

La familia Murguía Castro en el jardín de su casa en Padrón.

Rosalía y Manuel Murguía estaban unidos por un verdadero afecto, pero también por una profunda pasión hacia su cultura gallega natal; nos encontramos en plena época romántica, en la que los nacionalismos culturales se exaltaban por encima de las reivindicaciones políticas. Juntos formarían un matrimonio estable y feliz que duraría hasta la muerte de Rosalía algo menos de treinta años después.

Los Murguía Castro decidieron regresar a Galicia, donde nacería su toda prole. En 1859 nació su primera hija, Alejandra, en la ciudad compostelana; años después nacería Aura, cuya llegada coincidiría con la muerte de la madre de Rosalía. En 1873 la poetisa alumbró de nuevo, en esta ocasión dando a luz a gemelos, Gala y Ovidio; Amara nació en 1873, seguida de Adriano Honorato, que nació en 1875 pero que murió trágicamente al caerse de una mesa en un descuido de sus padres. En 1877 otra niña, Valentina, nació muerta.

Entre el año de su boda y 1871 la familia residió en numerosos puntos de España; de Santiago pasaron a Madrid, y de ahí a La Coruña; sus viajes los llevaron a Andalucía y Levante, donde Rosalía fue aclamada como la precursora de la poesía moderna española, junto con Gustavo Adolfo Bécquer. En 1871 Rosalía regresó a Galicia, que no volvería a abandonar. Un cáncer de útero le segó la vida un 15 de julio de 1885, y fue enterrada en el cementerio de Adina, en Iria Flavia, cerca de Padrón. Seis años después, ya convertida en la más famosa escritora de su época, sus restos fueron trasladados al convento de Santiago de Bonaval, en Santiago de Compostela, donde reposan hoy.

La casa familiar en Padrón.

La casa familiar en Padrón.

Su viudo, Manuel Murguía (para más información sobre sus orígenes, ver aquí), viviría hasta 1923. En 1906 éste fundó la Real Academia Gallega, y colaboró en numerosas publicaciones de la región. De sus cinco hijos que sobrevivieron la infancia, dos fallecieron antes que él: Ovidio murió soltero en 1900 sin haber cumplido todavía los treinta años. Amara, la más pequeña, murió en 1921, dos años antes que su padre. Alejandra, la mayor de todos, falleció en 1937; cinco años después moriría Aura, a la que sobreviviría Gala hasta 1964. Moría así no sólo la última hija de Rosalía y su marido, sino que se extinguía la línea de los Murguía-Castro, puesto que ninguno de sus hijos tuvo descendencia.

Esta entrada fue publicada en Galicia, Genealogía, Santiago de Compostela. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a La desaparecida familia de Rosalía de Castro

  1. Johannes dijo:

    Fascinante vida la de la gran Rosalía.

    Me gusta

Deja un comentario